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Piazzolla ocultó su pasado como bandoneonista en las milongas barriobajeras para emprender su carrera como músico académico, hasta que Nadia Boulanger le instó a abrazar su herencia tanguera y fusionarla con la tradición clásica. Los tangos de Piazzolla transitan por las estructuras de la musica clásica y del jazz, como estas cuatro estaciones porteñas inspiradas en las de Vivaldi. Piazzolla permite acentos y matices de los cuales brotan narrativas antihegemónicas, aportando al tango la legitimidad internacional como música universal.

 

El tango tradicional se significa como una compleja narrativa que representa el camino de la vida, la imposible recuperación de un pasado en que una promesa de felicidad no pudo ser cumplida por un fátum que conduce a una irremediable separación y soledad. Es una reflexión, sin ira ni esperanza, sobre un reencuentro más allá del punto donde esta felicidad fue posible, en el que se aceptan los insondables caminos de la experiencia. Estas narrativas se basan en un discurso generizado en el que el macho se autorrepresenta como solitario, originario y creador a expensas de imponer ese dolor sobre otros sujetos y de ocultar la experiencia de la mujer y su destreza al ser llevada.

 

Rompiendo con este discurso patriarcal proponemos una narrativa alternativa a través del baile y de la música. El tango queer devuelve la capacidad creadora y la legitimidad creativa de quien sigue, evidencia la no soledad del macho, niega la predeterminación de su victoria sobre lo femenino y le ofrece la posibilidad de superar el miedo a asumir el rol de conducido. Abre la posibilidad de que los cuerpos ocupen todos los roles, los mezclen e incluso los destruyan, pues en esta técnica de danza ni la pasividad de quien sigue ni la iniciativa permanente de quien lleva son posibles. Por su parte nuestra trama de las estaciones de Piazzolla sustituye la soledad del macho tradicional por la problemática queer: la separación se debe a la falta de recursos para enfrentarse a la narrativa hegemónica; las identidades forzadas, la obligada práctica de performances de género que se leen como ridículas o imposibles, constituyen un camino de tránsito obligado hacia una libertad desconocida.

EL DUENDE ERRANTE

 

 

Estaciones Porteñas de Astor Piazzolla

Poemas: Sara Torres

Audiovisuales: Melania Fraga.

Danza: Olaya Aramo y Belén Castellanos

 

 

 

El duende es el genio oprimido; el genio de los desposeídos. El fuego arrollador de la fuerza vital y creadora que es sofocada por la cultura imperante y sus tecnologías de raza, clase y género. El duende es la libertad en lucha contra la legitimación.

 

Inspirándonos en la música, utilizamos los cuerpos bailantes, la performance, la poesía y la imagen como encarnación y manifestación de estas dobles tendencias que tensan la relación entre lo aceptable y lo existente, lo artístico y lo marginal, para hacer una reflexión multidisciplinar sobre las orillas en que se encarna el conflicto de género, sexual, de raza, de clase y de identidad cultural. Mostramos las contradicciones y tensiones inherentes en la música superponiendo nuestra propia narración de dicho conflicto, manifestando de este modo nuestra propia posición ante el conflicto que hemos heredado.

 

 

 

 

 

 

 

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